Gavo Wan: Fortaleza Soledad

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lunes, julio 31, 2006

Alucinando (?)

Corre la sangre demasiado aprisa por las venas del Viajero. Un ataque de temperatura, cuerpo cortado, somnolencia y hormigueo en todo el cuerpo hacen que tengamos que tomar un ligero descanso.

El clima no ha sido venébolo con el Viajero. Un ataque de tos aún no desaparece del todo. El dolor del lado derecho de la cabeza provoca punzadas en ocasiones intensas y en ocasiones ligeras.

En alguna película, escuchamos que el miedo en estos casos es nuestro aliado: Nos dice que seguimos vivos.

Y tengo un poco de miedo.

Tengo que volver a mis aposentos y el camino aún es largo y se avecina una tormernta a lo lejos. Los impermeables serán suficientes para soportar la tormenta pero esto sin duda atrasará mi viaje de regreso a Fortaleza Soledad.

Alucinaciones comienzan a pasar frente a mi: Veo a la pequeña Migajita y su madre, descansando en casa. Igualmente a lo lejos veo a los viejos esperando mi llamado para indicarles que estoy a salvo. No pueden mandar un equipo de rescate debido a lo lejos que me encuentro y a la tormenta que se avecina. Y el frío comienza a intensificarse.

No importa, esperaremos pacientemente que el tiempo amaine para emprender el regreso.

De entre mis pertenencias comienzo a revisar la fotos que traigo conmigo. De entre ellas, una de la Migajita sonriendo me hacen pensar en de qué se ríe en esa foto. Es un sonrisa honesta, ligera, como asintiendo con el gesto que todo esta bien. Que todo va a salir bien. Aún siento el calor en sus manitas cuando veo esa foto; siento esa temperatura recomfortante de una bebé protegida. Siento el roce de sus manos, y me alegro porque tarde o temprano llegaré con ella y jugaremos y hablaremos y pasearemos y haremos miles de cosas juntos!

Se desvanece poco a poco la Migajita al sentir que la foto cae de mis manos. Al levantarla, y revisar las otras fotos que traigo conmigo, encuentro la foto que tengo de los Tallos de Roble. Son los dos frente a un monumento al deporte de las lejanas tierras donde se encuentran. Me juegan una broma pesada al llamarme con ellos para dar una vuelta alrededor de dicho monumento. Yo les digo que están muy lejos, que no los alcanzo, pero ellos insisten. El pequeño sonríe como siempre lo hace animándome a levantarme y correr, correr y correr; pero no puedo, por más que muevo las piernas no logro alcanzarlos. La chiquilla, se queda parada esperándome, diciéndome que me está esperando, que a poco si la alcanzo y la rebaso. En sus ojos se ve la actitud de una competidora que sabe que tiene ventaja.

Estoy a punto de llegar con ellos cuando me hacen la seña de que se dirigen a un vehículo. Veo que me extienden las llaves de un vehículo blanco. Se arrancan los dos rumbo al vehículo y estoy a punto de alcanzarlos, casi toco los hombros de ambos, son míos! La lluvia comienza, casí los tengo!

El frío en la cara me despierta. Era sólo una alucinación. Parece que la tormenta se ha calmado. Es hora de emprender el camino. Tomo las pertenencias, las meto al talego y me dirigo a mi destino: El Puente Levadizo de Fortaleza Soledad.

A lo lejos diviso los estandartes, las coloridas guirnaldas que identifican los dominios del Vigía. La distancia se acorta paso a paso. Desde la Torre de Control, el Vigía sabe que soy yo; no se como lo logra, pero lo sabe. Ordena que se baje el punte cuando me falta poco para llegar.

Los Viajeros como yo, siempre encontraremos despierto y alerta al Vigía. En el recae la responsabilidad de cuidarnos. Cuenta la leyenda que es más de uno, y que en algún momento del día o de la noche, cambia de posición con otro Vigía, que descansa y se mezcla entre nosotros, para conocernos mejor.

Lo saludo al cruzar el puente y el asiente con la cabeza, el estándarte que porta se inclina un poco, como saludando al Viajero que desde hace mucho anhela regresar y contar las historias que ha vivido. Seguramente se hará un corrillo en mi alrededor pidiendo que cuente con lujo de detalles lo que vi y no vi a mi paso; los caminos que recorrí, las nuevas rutas que descubrí, los amigos que conocí y que perdí. Pero eso será otro día. Hoy tengo que descansar.

Me dirijo a mis aposentos y antes de entrar encuentro un mensaje para mí. Viene desde los lejanos dominios al norte de Fortaleza Soledad, de la misma localidad en donde se encuentran los Tallos de Roble. ¡Que extraña coincidencia!

Al abrir el sobre, caen del mismo unas llaves, al parecer de un vehículo, junto con un recado de los Tallos de Roble y sus padres.

"Alégrate, el camino es cada vez más corto."

No fue una alucinación! Fue real!

Saludos.

Fortaleza Soledad Estable, Fortaleza Soledad preparando el festín de Bienvenida!